EL TANO ZAMPINI

El Tano Zampini era el encargado del bar donde desayunábamos todas y cada una de nuestras mañanas, “la Esplendorosa” era el pretencioso nombre del tugurio que poco honor le hacía a su mote. El Tano era un enigma grande como un Boeing, un día charlaba con nosotros como uno más de la mesa y al otro, si saludaba, había que darle las gracias. Digamos que, cuando hablaba, el Tano tampoco hablaba demasiado, era como que nos hacía caras, caras de blanco o de negro, a gusto del interlocutor, o comentarios cortos, ambiguos, de esos que dejan el remate en puntos suspensivos.
Para ser sinceros “la Esplendorosa” era ya de por sí un lugar misterioso en cuanto de opiniones se tratara, el mozo, don Indalecio era igualmente callado como sumiso, pero escondía un halo de rebeldía que más de una vez me hizo pensar si ese tipo no terminaría saliendo en los diarios y, ojo, me lo imaginaba más en la sección de policiales que en la de política internacional. Las cosas las hacía, nunca dejó de servir el café, de acertar con lo que siempre pedíamos, jamás un no, a lo sumo la confusión desconcentrada de la medialuna de manteca en lugar de la de grasa, pero nada más que achacarle al bueno de Indalecio, pero a mi siempre me dio pinta de extraño.
Pero el tema, más allá de aclarar el nulo esplendor de La Esplendorosa y la oscura personalidad de su mozo, es el del Tano Zampini. El tipo era un misterio, nosotros siempre hablábamos de fútbol, pero sobre todo los lunes, los lunes no había otro tema, se discutía si era penal, si era roja, amarilla, anaranjada o prisión preventiva para el 3 de Ferro o el 5 de Gimnasia, el lunes era el día de la discusión del hincha y a partir del martes preferíamos debatir de táctica y técnica de los jugadores. Pero cualquiera fuera el temario, allí se lo veía al Tano, con una sonrisa del tipo de la Mona Lisa como queriendo acotar algo que nunca acotaba, como si tuviera la solución de cada uno de nuestros divagues y prefiriera guardársela para él.
Pero, a toda agua de estanque le llega su Tsunami, y entonces el Tano un día emitió sentencia definitiva, con carácter de cosa juzgada. Fue como cuando esos tipos tranquilos ¿vio?, que todos lo joden en la cara y el tipo impávido, hasta que un día destroza un maxilar de un derechazo certero que genera un silencio que ensordece, bueno, eso pasó un día con el Tano Zampini.
Porque, la verdad, nunca lo había criticado, mientras dirigía a Boca, nos miraba en la mesa, ahí había quien lo defendía y quien no, pero el Tano miraba, a lo sumo acotaba que lo de ahora no era fútbol, que fútbol era el de antes, el que él jugaba en San Telmo y no esta bazofia empresarial y marketinera, pero no juzgaba el fondo de la discusión. Yo no le voy a mentir, a veces le sacaba charla a ver si soltaba prenda, pero, honestamente, me ponía muy nervioso su cara de potus. Ojo, tampoco lo adulaba si alguien lo criticaba, escuchara lo que escuchara, la actitud no cambiaba. Si uno lo miraba mientras alguno hablaba, su cara era halagadora o defenestradora, según del costado ideológico que uno lo mirara.
En la Esplendorosa había un banderín de San Telmo, pero el Tano, mas allá de haber sido un buen zaguero de ese club, no era hincha así que un día le preguntamos de quién era hincha. Cualquier tipo normal al que usted le pregunte eso le contesta el nombre de un club y sigue leyendo el diario. Digamos que preguntarle a otro de que cuadro es hincha es una de esas preguntas bien pelotudas pero que sirven para romper el hielo, vaya este dislate para dejar en claro que clase de tipo era el Tano, que dos años después no sabíamos de quien carajo era hincha. Pero la respuesta del Tano fue extraordinaria, el tipo nos contó que hasta no se qué año había sido hincha de Boca, pero después de no se qué trifulca contra hinchas de no se que otro cuadro, con muertos incluidos, se había hecho de Chacarita. Perdería demasiado tiempo en relatar nuestras respuestas, pero fue la respuestas mas insólita a “de que cuadro sos” que recibí en toda mi vida, hasta me generó pavura de volver a preguntar eso.
El tema es que el DT en cuestión un día se fue de Boca para la Selección, y el tema se siguió discutiendo, si tenía que ir o no a la selección, si estaba capacitado, si Boca era más o menos que el representativo Nacional y bla bla bla. Nadie recuerda que el Tano se haya expedido, no dijo nada y si dijo habrá sido una nimiedad que ninguno de nosotros alcanzó a registrar.
Aquel proceso arrancó mal, perdiendo y también fue tema de conversación, como siempre en nuestra mesa, pero desde la barra nos observaba el Tano en silencio, sonriendo.
Pero algo ya le adelanté, un día el Tano dejó de sonreír para decir, fue un día en que la Selección no perdió, tampoco ganó aunque jugó como el culo, así y todo no le metieron ningún gol aunque ni cerca estuvo de embocar una pepa…seguramente algo así estaba esperando el Tano para hablar, querría dejar en claro que no era un contrera circunstancial, estaba agazapado como un gato frente al gorrión en el jardín, ese día nos miró desde la barra, su sonrisa seguía ahí inmutable, emitió un sonido jactancioso y dijo:
- ¿Vieron?, Basile no sabe nada de fútbol.

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